TRAGEDIA: ¡EL EVANGELIO DE CRISTO HA SIDO MUTILADO!
Una Crasa
Ignorancia:
Millones de llamados cristianos dicen creer en
el evangelio de Jesucristo, y no obstante, cuando uno les pregunta qué es eso
que la Biblia llama “evangelio”, no saben qué responder. Esto
resulta sorprendente, inaudito, y
trágico. Sí, en la Biblia aparece la palabra “evangelio” como algo de
uso común entre los cristianos del primer siglo. Los apóstoles se encargaron de
hacerlo conocer a los judíos, y más adelante, los no judíos oirían de él
también. Ellos se esmeraron en cumplir con la gran comisión dejada por
Jesucristo antes de partir al cielo, la cual decía: “Id por todo el mundo y
predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado,
será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (Marcos 16:15,16).
Si
mi amigo, millones de cristianos dicen haber creído en el evangelio de Cristo
sin saber en qué consiste. Me permito preguntarle: ¿Qué es para usted el
evangelio de Jesucristo? ¿Lo puede probar con la Biblia? Las opiniones
personales en cuestiones de fe no son seguras si no están basadas en la
Biblia. Esto debe entenderlo usted muy bien, pues puede terminar desviándose
de la verdad que salva (Romanos 1:16).
Un Evangelio Mutilado:
Otro
grupo de cristianos, un poco más entendido, sostiene que el evangelio
está definido claramente en 1 Corintios 15:1-6, donde San Pablo dice: “Además
os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual
también recibisteis, en el cual también perseveráis... porque primeramente os
he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que
fue sepultado, y que resucitó al
tercer día según
las Escrituras ; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a quinientos hermanos...
después apareció a Jacobo; después a
todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a
mi”.
Aquí
hay una interesante definición paulina de lo que es el evangelio de Jesucristo:
Este es que Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado, y resucitó
glorioso al tercer día, siendo visto por muchos testigos. Si, este es parte
del evangelio de Jesucristo, pues no sólo Jesús anunció su muerte para
la redención de los pecadores, y su resurrección gloriosa, sino también algo
más antes que eso. En este punto muchos cristianos se pierden en lo
etéreo.
El Evangelio Completo:
He
aquí ahora la clara definición del verdadero evangelio de Jesucristo que
millones aún ignoran, pero que usted ahora tiene el privilegio de conocer por
primera vez en su vida. El que tiene oídos para oír, que oiga. En primer lugar,
debemos comenzar diciendo que Jesús no inició su predicación
anunciando su muerte, sepultura y resurrección al tercer día. Veamos el
Evangelio de San Marcos capítulo 1 y versos 1, 14 y 15. Aquí se lee lo
siguiente: “Principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de
Dios...Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio
del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de
Dios se ha acercado; arrepentios, y creed en el evangelio”.
Nótese
que el principio del evangelio de Jesucristo no era
su muerte, sepultura, y resurrección al tercer día, sino: ‘el Reino de
Dios’. Sí, Jesús trajo su evangelio, el cual
comenzaba con el anuncio del reino de Dios. De modo que el reino de Dios
es parte del evangelio de Jesucristo. Ahora bien, si leemos nuevamente el
Evangelio de Marcos capítulo 8 y verso 31, veremos que Jesús completa
su evangelio anunciando su muerte, sepultura y resurrección al tercer
día. El verso dice: “Y comenzó (Jesús) a enseñarles que le era necesario al
Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los
principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después
de tres días”.
Entonces
el evangelio completo de Jesucristo---sin mutilaciones--- es este: El
anuncio del reino de Dios en la tierra; y la muerte, sepultura y resurrección
de Cristo al tercer día para asegurarnos el ingreso a dicho reino por la
fe. En buena cuenta, Jesús vino a ofrecernos algo maravilloso llamado “el
reino de Dios”. Pero para participar de él, uno tiene que ser redimido
por la muerte de Cristo en la cruz. Y la seguridad que se tiene
de que todo lo prometido por Cristo será una realidad se confirmó con su propia
resurrección de entre los muertos (1 Corintios 15:12-20). Si él
resucitó para recibir un reino de su Padre (Lucas 19:12), entonces también
nosotros resucitaremos para recibir dicho reino de Dios cuando Cristo vuelva
nuevamente a este mundo en persona (Mateo 25:31,34). En resumen: Jesús trajo el
“Qué” (la herencia del
Reino de Dios) y el “Cómo” (por la fe en su muerte y resurrección
al tercer día, y de lo que esto significa para todo pecador arrepentido).
Entonces, el “QUÉ y el “CÓMO” constituyen el evangelio de
Jesucristo. El “FIN” y el “MEDIO”.
La Definición Original del Evangelio del Reino de Dios:
En
primer término, debemos de definir lo que quiere decir “evangelio”. Esta
palabra viene del Griego “evangelon” que quiere decir: “Buenas
Nuevas” o “Buenas Noticias”. De modo que Cristo fue el Portador
de buenas noticias para un mundo sin esperanza y sin rumbo. Él predicó las
buenas noticias del reino de Dios y también su muerte y resurrección al tercer
día para nuestra redención, para hacer posible nuestra herencia de dicho reino.
Algunas
religiones “cristianas” sostienen que el reino de Dios no es otra cosa que “Cristo
reinando en nuestros corazones”. Otras conocidas iglesias o denominaciones cristianas sostienen que “el
reino de Dios es la iglesia que Cristo fundó hace dos milenios”. No
obstante, el reino de Dios no es ninguna de esas dos definiciones que se están
propagando en el mundo cristiano. La Biblia enseña que un reino es un forma
de gobierno como lo es el reino de Inglaterra, de España, de Jordania,
etc. Este implica un rey o una monarquía, súbditos, leyes, y territorio. De
modo que el reino de Dios es la monarquía de Dios, con un rey soberano,
súbditos, leyes, y territorio.
En
el Antiguo Testamento encontramos reyes y reinos. El reino de Babilonia, con su
rey Nabuconodosor; el reino de Grecia, con su rey Alejandro el Grande; el reino
de Persia, con su rey Ciro; el reino de Israel, con su rey David, sólo por
citar los más importantes. Ahora bien, Israel tenía una monarquía real que
formalmente comenzó con David. Este reino de David y de sus descendientes fue
llamado: “el Reino de Dios” (1 Crónicas 28:5). Cuando David
murió, su hijo Salomón lo reemplazó, y así sucesivamente, hasta que en el año 587
A.C, el rey de turno de Israel---Sedequías---fue derrocado por
Nabuconodosor. Desde esa fecha, Israel no ha tenido más reyes. Pero el
reino de Dios significará que Dios restaurará nuevamente la línea real de los
reyes judíos en la persona de otro judío noble, descendiente de David
(Ezequiel 21:25-27).
Sí,
el reino de Yahweh (Jehová) será restaurado nuevamente en Israel a través de un
descendiente de David, el rey (Hechos 1:6). ¿Quién podría ser ese personaje? La
respuesta está en Mateo 1:1 que dice: “Libro de la genealogía de Jesucristo,
hijo de David, hijo de Abraham”. Aquí tenemos un hecho
irrefutable, y es que Jesucristo desciende de un rey famosísimo de Israel. En
buena cuenta, Jesús es de “sangre azul” y con el derecho legítimo de
tomar nuevamente el territorio israelita, y el trono de su ancestro David. En
efecto, en Lucas 1:31-33 leemos: “Y ahora concebirás en tu vientre, y darás
a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será
llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su
padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.
Esto es clarísimo. Cristo reinará en el trono de su padre en la carne, David.
Su territorio y sus súbditos serán Israel y los israelitas. Recuerde que Dios
le cambió a Jacob de nombre. Ese nuevo nombre fue: Israel.
Entonces Cristo reinará sobre la casa de Israel, y Jerusalén será la ciudad
capital del reino de Cristo o también llamado: El Reino de Dios (Jeremías 3:17;
Mateo 5:33-35). Los discípulos de Cristo sabían que su Maestro era aquel que
restauraría el reino caído o suspendido del rey David. En Hechos 1:6 los
discípulos le preguntaron a Jesús si ya era inminente la restauración del reino
de Dios en Israel, a lo cual Jesús sólo se limitó a decirles que únicamente
Dios sabía la fecha de esa crucial restauración del reino de David en Israel.
El Cielo no es el Destino Final de los Salvos:
Siendo
que la promesa de Dios es la restauración del reino de Dios en la tierra en la
persona del Mesías Jesús: ¿Por qué los católicos y protestantes enseñan que
iremos a vivir eternamente en el cielo, y que la tierra desaparecerá por
completo?¿De dónde salió esa idea con respecto al cielo? (Para mayor
información sobre este punto, solicite gratis los artículos: “El Reino de
Dios”, “Las Buenas Noticias de Jesucristo”, “Jesús No Prometió el Cielo a Su
Iglesia” y “20 Preguntas y Respuestas sobre el Reino de Dios”). Al
contrario, en muchos pasajes de la vida de Jesús encontramos a nuestro amado
Señor prometiendo la tierra y su reino a sus seguidores (Mateo 5:3,5).
Además, será en la segunda venida de Cristo cuando la iglesia heredará
las promesas del reino, y no--- como creen muchos---en la hora de nuestra
muerte.
La Tierra será como un Paraíso:
Es
sorprendente escuchar, muy a menudo, de que el “fin del mundo”
está cerca en estos días. Millones viven asustados pensando en que este planeta
volará en pedazos, y la sociedad humana desaparecerá por completo. Pero: ¿Es
acaso ese sentir de muchos, el de Dios? ¿Creó Dios la tierra y a los hombres
para que más tarde los destruya por completo?¿Tiene esto sentido? ¡Por supuesto
que no lo tiene! Sin embargo, desde el mismo comienzo de la vida humana, el
diablo ha pretendido estropear la creación de Dios, sembrando la mentira, el
odio, la confusión, la discordia, el temor, la desconfianza, la duda, la
rebelión, la contradicción, la desesperanza, etc. Sólo Satanás ha querido
destruir la Creación---¡No Dios!
En
muchísimos pasajes de la Biblia encontramos promesas muy concretas de un “mundo
nuevo”, con “hombres nuevos” en armonía con Dios y Su creación. Dios
ha prometido una “nueva tierra y nuevos cielos” donde morará la justicia
(2 Pedro 3:13,14). Él no requiere destruir el planeta mismo para traer esa
justicia añorada, sino más bien, a todos los impíos e impenitentes; a aquellos
que se mofan de Dios y de Sus leyes. Esto está revelado en el Salmo 37.
Allí el lector bíblico descubrirá que los justos permanecerán en la tierra, en
tanto que los malvados serán erradicados de ella. Esta es la solución a todos
los males de nuestra sociedad, cuando los malvados e incorregibles hayan sido exterminados
por Dios mismo. Finalmente: ¿Qué culpa tiene el planeta por los pecados y
maldades de los hombres? Al contrario, en Apocalipsis 11:18 se
nos dice que Dios destruirá a aquellos que están destruyendo Su tierra o
planeta. Para Dios, el planeta tierra es sagrado, y este es un motivo
por el cual castigará a los que lo están destruyendo con su seudo ciencia. Si
Dios va a castigar a los que destruyen su planeta tierra: ¿Cómo va a ser posible
que Él Mismo lo destruya sin razón aparente? Quienes verdaderamente serán
destruidos serán los perversos, los incorregibles, los rebeldes, los ateos, los
que no se arrepintieron cuando hubo tiempo para hacerlo.
Cuando
el diablo y sus seguidores angélicos y humanos hayan sido exterminados,
entonces se hará realidad “la nueva tierra de justicia”. Habrá un ambiente de
paz, seguridad, orden, sumisión a Dios, y de amor verdadero. El paraíso edénico
habrá vuelto a la tierra. No habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, pues las
primeras cosas pasaron (Apocalipsis 21:3,4).
El Evangelio del Reino Será Predicado Mundialmente por Su
Iglesia Leal:
En
Mateo 24:14 Jesús revela que el verdadero evangelio que será predicado
en todo el planeta tierra antes de su regreso personal, glorioso, y visible, es
el Reino de Dios. Dice él así: “Y será predicado este evangelio del
reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y
entonces vendrá el fin”. Este es el evangelio verdadero que también
predicará la iglesia de Dios. Lamentablemente cuán poco se predica acerca del
reino de Dios en las iglesias, que cuando se lo predica eventualmente, resulta
en una extrañeza, y pocos entienden su significado. Otros creen que el reino de
Dios es sinónimo del cielo mismo, o de un
lugar hermoso en la gloria celestial. ¡Nada más inexacto!
Aun
las iglesias evangélicas han olvidado este evangelio del reino, y lo han
cambiado por un reino en el corazón de los creyentes, dándole así un
significado etéreo o alegórico. Pero los verdaderos cristianos de hoy saben que
los primeros cristianos, de los tres primeros siglos de la Era Cristiana,
creyeron en un reino en la tierra liderado por Jesucristo desde la ciudad amada
de Jerusalén. Basta leer los escritos de Papías, San Justino Mártir, San
Ireneo, San Policarpo, y otros cristianos de los primeros siglos, para
descubrir lo que creyeron sobre la vida futura. En ninguno de ellos se
encuentra alguna creencia de una partida al cielo para estar con Dios a través
de sus supuestas almas inmortales. Al contrario, Justino Mártir, en su “Diálogo
con el Judío Trypo” ataca a los que, llamándose cristianos, enseñaban
que el alma inmortal partía al cielo después de la muerte.
La Creencia En el Evangelio Trae Salvación Eterna:
Alguno
pensará que cualquier doctrina bien llevada o practicada salva. No obstante,
eso no es lo que la Biblia enseña. El apóstol Pablo reconoció que el evangelio
predicado por Jesucristo tenía (...y tiene) poder para salvar a todo aquel que
lo cree de todo corazón. Él fue claro al decir: “Porque no me avergüenzo del
evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel
que cree;al judío primeramente, y también al griego” (Romanos 1:16).
Muchos
hoy se niegan a creer en nuestro evangelio, pues no lo pueden aceptar por la fe.
Ellos creen que son cuentos o fábulas bíblicas que no tienen ninguna
trascendencia o veracidad para el mundo occidental, sino sólo para los hebreos.
Aun la Iglesia Católica lo ha rechazado, al inventar, vía Agustín de Hipona, un
reino de corte eclesiástico. Es decir, el romanismo supone erradamente
que el reino no es otra cosa que la jerarquía Católica o el Clero. ¿De
dónde sacó eso “San Agustín”? No lo sabemos en realidad, pero todo parece
apuntar que se originó de su imaginación.
Para Mayor Información Escribir a:
Ing°.
Mario A Olcese
e-mail:
olcesemario@latinmail.com ó molceses@hotmail.com
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