EL REINO DE DIOS ES EL REINO DE DAVID
Muchos llamados Cristianos no
llegan a comprender que el Reino de Dios, o también llamado “El Reino de
Yahweh”, era la dinastía del rey David en Israel. El Antiguo Testamento es
claro en esto, por lo que es muy difícil interpretarlo de una manera nueva y
espiritual. Hay dos pasajes centrales que prueban que el Reino de Yahweh (Dios)
era la dinastía de los reyes davídicos en la casa o país de Israel:
1).-
2 Cro. 13:5, 8 leemos: “¿No sabéis vosotros que Jehová Dios de
Israel dio el reino a David sobre Israel para siempre, a él y a sus
hijos, bajo pacto de sal? Y ahora vosotros tratáis de resistir al reino de
Jehová en mano de los hijos de David, porque sois muchos…”.
Comentario:
Este pasaje es claro:
1.- Dios dio el Reino (su
reino) a David para siempre.
2.- El Reino de Dios (Jehová)
estaba en manos de los hijos de David.
3.- Hay personas que se
resisten a reconocer este reino de Dios en manos
de los hijos de David. Simplemente no lo
aceptan y no se quieren
someterse a la autoridad del reino de
Dios.
2).-
1 Crónicas 28:5: leemos: “Y de entre todos mis hijos (hijos de David)
porque Dios me ha dado muchos hijos, eligió a mi hijo Salomón para que se
siente en el trono del reino de Dios (Jehová) sobre Israel”.
Comentario:
1.- Este pasaje enseña que
Salomón, el hijo del rey David, y sucesor de su trono, se sentó sobre el trono
del reino de Dios en Israel. Por tanto, es clarísimo que la dinastía del rey
David en Israel era el reino de Dios (Jehová). Este hecho Escriturario es
inobjetable o irrefutable.
En Ezequiel 21:25-27 el Reino
de Jehová sufre una violenta interrupción debido a la impiedad del rey
Sedequías (descendiente directo del rey David). Dios dijo: “
“Y
tú, profano e impío príncipe de Israel, cuyo día ha llegado ya, el tiempo de
la consumación de la maldad. Así ha dicho Jehová el Señor: Depón la tiara,
quita la corona: Esto no será más así; sea exaltado lo bajo, y humillado lo
alto. A ruina a ruina a ruina lo reduciré, y esto no será más, HASTA QUE
VENGA AQUEL CUYO ES EL DERECHO, Y YO SE LO ENTREGARÉ” (Ezequiel
21:25-27).
Dios dirigió esta profecía
contra el último monarca davídico impío anunciándole su derrocamiento
definitivo, a la vez que pronunciaba una profecía de largo alcance que aseguraba
que esta interrupción del reino de Dios se levantaría para dar paso a su
restauración definitiva a través de “Aquel
cuyo es el derecho y a él se lo entregaré”. Es decir, Dios aseguró que
algún día un hombre de la línea de David recibiría el reino, la tiara y la
corona nuevamente y restauraría el reino caído de David. Más adelante, el
apóstol Pablo anunciaría que ese personaje que tomaría la corona, tiara, y
reino, es el Cristo resucitado. Dice Hechos 2:30:
“Pero
siendo profeta (David), y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que
de su descendencia en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se
sentase en su trono”.
Así que Jesús es aquel varón a
quien Dios eligió para que se sentase en su trono en “el reino de Dios” o
llamado también “el reino de David”. Y estando esto del todo claro, es lógico
reconocer que Cristo vino para anunciarlo y a decir: “el tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado”
(Marcos 1:15) o lo que equivale a decir: “el
Reino de David está por restaurarse…está cerca, a las puertas, yo soy aquel que
lo inaugurará, pues el tiempo de su suspensión ha caducado”. Observen que
Cristo dijo que el tiempo se había cumplido---¿cuál
tiempo? El tiempo de la suspensión del reino davídico que se inició en 586 AC bajo Sedequías. En
Ezequiel 21:25 se le llama: “EL TIEMPO DE LA CONSUMACION DE LA MALDAD ”. Este tiempo se
estaba acabando y Cristo vino a anunciarlo y a decirnos que nuevamente el reino
se estaba acercando a su restauración. Este fue el evangelio del reino que Cristo
vino a anunciar: que el tiempo de la futura restauración del reino se había
acercado (no llegado!) en la presencia personal del rey entre ellos. El vino a
dar cumplimiento a la profecía Mesiánica de Isaías 61, pero sólo hasta el verso
2 (primera parte). Los versos 3-11 los cumplirá Jesús en su segunda venida en
gloria para restaurar definitivamente el reino de Dios en la tierra. Estas
fueron las Buenas noticias o EVANGELIO DEL REINO que Cristo vino a predicar por
parte de Dios (Lucas 4:43; Marcos 1:1,14,15).
De modo que aquellos que
quieren enseñarnos que el evangelio del reino que predicó Cristo fue el
“evangelio de la familia o reino de Dios” mienten descaradamente éstos pues
ignoran totalmente lo decretado en el Antiguo Testamento por Dios sobre un
reino por restaurarse en la tierra de Israel.
El anuncio de Jesús fue muy
bien entendido por sus paisanos por lo que él no se vio en la necesidad de
hacer una introducción o una explicación detallada del mismo. Su anuncio fue
directo, como si fuera algo ya harto conocido por su auditorio: “el tiempo se ha cumplido y el reino de Dios
se ha acercado” (Marcos 1:15). Aquí Jesús no estaba predicando un nuevo
evangelio, o una nueva doctrina que requería de una explicación minuciosa.
Entonces es obvio que fue un tema que sus paisanos conocían a la perfección y
que estaban aguardando con mucha anticipación. Su misión era sólo CONFIRMAR LO
QUE ELLOS SABÍAN Y ESPERABAN (Rom. 15:8). Confirmar no es una nueva promesa o
doctrina…¡es simplemente ratificar lo que se ha prometido.
Jesús es directo también al
decir que el Reino de Dios es el evangelio o buenas noticias para el mundo
entero. El Dijo que “este Evangelio será
predicado a todo el mundo para testimonio a todas las naciones, y entonces
vendría el fin” (Mateo 24:14). Este evangelio del reino no era sólo un
anuncio para los llamados Judíos naturales, sino también para todas las
naciones de la tierra. El reino de Dios como Evangelio llamado también “El
evangelio de la gloria de Cristo” (2 Corintios 4:4), porque tiene que ver con
él y su reino davídico (ver a 1 Tes. 2:12 donde la gloria está ligada al reino
davídico). Lamentablemente algunos aún confunden el reino de Dios con el Reino
en los cielos. Creen que el reino es el cielo y por tanto suponen que
heredaremos el cielo mismo.
Tenemos que recordar que las
promesas de Dios a los padres no han sido aún cumplidas. La herencia de la
tierra y del reino davídico por parte del cristo se cumplirá cuando el Señor
regrese a la tierra y les diga a los suyos: “Heredad
el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mateo
25:31,34). Esto evidentemente demuestra que el reino no son los “hijos de Dios”
o la “familia de Dios” sino la herencia de éstos.
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